En el sector logístico, la cadena de frío ha sido un componente esencial para la preservación de productos perecederos, incluyendo desde alimentos hasta productos farmacéuticos. Hasta hace algunos años, a las empresas y operadores logísticos les bastaba con garantizar la integridad de estos productos para ejecutar el proceso con eficacia. No obstante, el creciente imperativo de minimizar la huella de carbono ha hecho que actividades cruciales como el almacenamiento y la distribución evolucionen hacia prácticas más sustentables y contribuyan a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Esto se comprende mejor al reconocer que la logística de la cadena de frío es uno de los sectores que contribuyen de manera notable a las emisiones de dióxido de carbono. Por ejemplo, según The Sustainability Consortium, la refrigeración activa por sí sola es responsable del 2% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, subrayando la necesidad imperiosa de dirigir esfuerzos hacia el establecimiento de una cadena de frío sustentable.
Regulaciones como catalizador del cambio
Sin duda, en el camino hacia una cadena de frío “verde”, las normativas ambientales, como el Acuerdo de París, junto con regulaciones locales como la NOM-093-SSA1-1994, la NOM-251-SSA1-2009 y la NOM-059-SSA1-2015, están acelerando la adopción de prácticas verdes al ejercer presión sobre las empresas para que cumplan con estas disposiciones y puedan operar sin problema alguno.
Si bien las regulaciones han sido un fuerte impulsor de la sustentabilidad en la cadena de frío, es importante comprender que implementar estas medidas no solo responde a una obligación externa, sino que también representa una oportunidad para las empresas; y es que una cadena de frío sustentable puede generar beneficios económicos y operativos tangibles, traduciéndose en un mayor ahorro de costos y una mejor eficiencia energética.
Desde luego que, para ello, es fundamental que las empresas de servicios logísticos hagan una transición hacia procesos y tecnologías que, al tiempo que contribuyen a cumplir con las normativas oficiales, también reduzcan el impacto ambiental. Como ejemplo, podemos mencionar la utilización de refrigerantes naturales o la mejora en el aislamiento térmico con empaques calificados sustentables.
Esto ya lo vemos reflejado en empresas de diversas industrias, donde la sustentabilidad se ha vuelto una prioridad en sus estrategias y políticas de adquisiciones. De hecho, datos de un estudio de Peli BioThermal indican que casi el 50% de los líderes del sector empresarial ya están tomando en cuenta la sustentabilidad en las decisiones de compra de la cadena de frío; sin embargo, aunque el 66% de ellos califica la sustentabilidad como un tema muy importante, su valor no se ha traducido en acciones generalizadas.
Más allá de una buena reputación
Impulsar una cadena de frío sustentable debe verse más allá de una buena reputación como organizaciones socialmente responsables (ESR), también necesita verse como una estrategia fundamental para reducir desperdicios, cumplir con regulaciones y estándares, mejorar el desempeño operativo, mitigar riesgos y, no menos importante, reducir costos. Esto significa que una cadena de frío “verde” puede convertirse en un motor de eficiencia operacional, representando una verdadera ventaja competitiva para las empresas.
En mi opinión, si pensamos en beneficios concretos, podemos considerar:
Ahorro de costos operativos: Con la implementación de sistemas pasivos reutilizables y biodegradables que son modernos y energéticamente eficientes, que generan menores emisiones, una cadena de frío sustentable puede optimizar los recursos, lo que se traduce directamente en una reducción de costos.
Eficiencia energética: Los sistemas de refrigeración tradicionales suelen consumir grandes cantidades de energía, lo que representa un gasto considerable y un impacto ambiental negativo. Este consumo energético puede optimizarse a través de soluciones innovadoras que consuman menos electricidad y permitan monitorear y ajustar las condiciones de almacenamiento y transporte.
Mejorar la calidad de los productos: Con los avances en tecnología y diseño, es posible lograr, al mismo tiempo, una operación sustentable y un control preciso de la temperatura a lo largo de la cadena de frío, lo que garantiza que los productos se conserven en óptimas condiciones, reduciendo las mermas y mejorando la satisfacción del cliente.
En mi experiencia en la industria de la cadena de frío, nunca había presenciado cómo un factor externo pudiera detonar transformaciones tan rápidas y significativas, como lo está haciendo la sustentabilidad. Sin duda, se trata un importante reto, pero también de una puerta abierta a nuevas oportunidades.— Esta es una Columna Invitada desarrollada para Grupo T21. Apareció por primera vez en T21: ” La cadena de frío sustentable también es un motor de eficiencia y competitividad”. Ve la columna invitada directo en T21.